Caminaba por un pequeño camino de tierra rodeado de bosque. Era de día, cielo totalmente despejado y había bastante sol, aunque había algún que otro charco por el camino, ya que llovió días antes. Había dejado a Kumogakure a atrás. Ahora debía ir a Konoha y averiguar que pasó realmente con mi primo Reimon. Me preguntaba si algo había cambiado en estos meses, procuraba no pensar mucho en ello y tranquilizarme un poco. No debía volver a perder la cabeza por ese extraño asunto. Mientras intentaba evitar esos pensamientos subía una gran colina situándome en un lugar alto, desde allí podía ver a Konoha a lo lejos, aún me quedaba un rato de viaje.

Konoha... mi querido hogar... ¡Ya estoy aquí!

Dije gritando y muy alegre. Acto seguido pegué un salto y empecé a correr, no rápidamente, por el camino queriendo llegar a Konoha lo antes posible.

Corría, corría y seguía corriendo colina abajo en dirección a Konoha par allegar lo mas pronto posible. en cuanto vi Konoha empecé a sentir felicidad en mi cuerpo y como algunas personas dicen: "Mariposas en el estomago". Eran una sensaciones que no sentía desde hace mucho tiempo, claramente desde estos meses que pasaron. Cuando me quise dar cuenta y abrí los ojos ya estaba muy cerca de la puerta de Konoha, ha unos 10 metros. En ese momento pare de correr y me puse ha andar tranquilamente, ya que no podía entrar e la Aldea de esa manera. Me sentía extraño de volver de esta manera a Konoha, ya que desaparecí varios meses. No sabía como se lo explicaría a los guardias de la puerta, pero me daba igual, tan solo quería volver a Konoha. Así que cuando llegue a la puerta, entre sin más dilación.