Varias semanas después de enviar aquella carta a las distintas aldeas algunas me había respondido y solicitaban mis servicios. Pero la que mas me sorprendió fue que Konoha era una de ellas, mi antigua aldea me estaba pidiendo ayuda para mantener la seguridad en ella. Yo en lo que respetaba a lo personal no tenia ningún problema con ayudar la en todo, al fin y al cabo los negocios eran los negocios; pero cierto aire de tranquilidad y de fortuna me estaba siguiendo aquellos días por todo lo que me estaba ocurriendo.
Mientras que le daba vueltas a el porque de aquel mensaje, caminaba tranquilamente por una vía poco transitada que llevaba a la aldea de la hoja. El camino a pesar de ser uno de los mas rápidos para la aldea también era bastante peligroso por la multitud de ladrones que había en los alrededores, por esa simple razón los viajeros preferían tardar dos o tres veces mas en llegar a la aldea pero llegar y no correr riesgos. A pesar de que el camino era peligroso, nadie se atrevió a atacar a mi persona por que la gran mayoría ya me conocían de distintas situaciones anteriores.
El camino hacia Konoha estaba ya a la mitad, aunque en su mensaje se mostraba la necesidad de mi presencia en la aldea y el poco tiempo que tenia yo caminaba con tranquilidad por la simple razón de que yo tenía la saeten por el mango.