En sus viajes como errante, la joven kunoichi llego al Pais de las Aves. Fue de pura casualidad o simplemente con la esperanza de acortar camino, pues había terminado una de sus primeras misiones en un país vecino. También la empujaba la curiosidad ante un lugar distinto a su aldea natal.

Hasta muy tarde se la paso en puestos de comida, tomando te y conociendo el lugar hasta adentrarse en el bosque. No era lo mas seguro viajar solo pero... ¿Por que ser un shinobi si se prefería estar seguro? La luna se asomo en el cielo pero aun así no quería volver a su alojamiento todavía.

-Y pensar que alguna vez me prometieron traerme aquí de niña...-

Susurro su suave voz mirando el cielo nocturno como buscando en el a su padre y su hermana. Tan distraída estaba que no noto al joven recostado en la piedra cerca de ella y tropezó con el. Casi cae al suelo antes de darse cuenta que había tropezado con una persona. Inmediatamente hizo una reverencia al mismo tiempo que se disculpaba.

- Oh mil perdones joven, estaba tan distraída...-

Se levanto sacudiendo su kimono, de la misma tonalidad que su cabello. Al escucharlo hablar ladeo la cabeza con mirada somnolienta y tranquila unos momentos, luego rió. Al mirarlo mas detenidamente se dio cuenta de que era un chico de su misma edad, un poco mas o un poco menos quizás.

-Lo siento, es la costumbre.-

Tomo su mano con una delicada sonrisa en sus labios. Por su aspecto no parecía alguien de la zona, con su tez morena y pelo castaño. Tampoco su vestimenta entonaba con el lugar. Algún otro viajero quizás...

-Me llamo Sora, Sora Izumi... ¿Y usted?-

Siempre actuando suave y delicada, como si fuera imposible que pudiera dar un buen desempeño en el campo de batalla, como si desentonara con un escenario donde ronda la muerte. Ahi residia la misma escena de Sora...

En el aire no podía percibirse ni hostilidad ni amenaza. Aunque fuera apenas una gennin, el simple hecho de ser shinobi le hacia aprovechar y disfrutar esos momentos de paz, tan fugases y tan deseados cuando se lucha a muerte en una batalla.

Las nubes pasaban haciendo que la luz de la luna se encendiera y se apagara cada tanto y el viento soplaba levemente haciendo mecer el cabello celeste de la kunoichi. Su mirar era siempre sereno y tranquilo, como si nada pudieran inmutarla.

-En un placer, joven Gack.-

Respondio con una sonrisa, con su voz melodiosamente suave pero audible. Aparto unos cabellos de su ojo visible antes de volver a hablar.

-Simplemente andaba de visita por el Pais de las Aves, siempre quise conocerlo y ante la oportunidad me tente. ¿Usted? Si se puede saber claro...-

El viento parecía haber confirmado las sospechas, por que cuando se hizo mas fuerte el joven la tomo firmemente de la mano y empezó a llevarla a a un gran árbol que sobresalía sobre los demás. Se sonrojo levemente por aquel gesto pero no le dio mucha importancia, la lluvia había empezado a caer. Primero levemente y luego con mas fuerza.

Llego riendo hasta debajo del árbol mientras se apartaba unos mechones mojados y se secaba un poco el rostro con las mangas de su kimono.

-Gracias por salvarme de la lluvia...- bromeo. - Pero creo que sobreviviría a una una lluvia como esta.-

Dijo con una sonrisa divertida mientras se arrodillaba en el césped húmedo al refugio del gran arbol.

Aceptando su invitacion se sento a su lado mientras el se acomodaba y abria lo que parecia ser un almuerzo. Sora no puedo evitar reir ante su comentario.

-Nunca hay certezas... Eso es lo divertido de la vida.-

Dijo sin caer en la cuenta de que tanto se estaba expresando con alguien que apenas conocía. Estando su lado, contra el tronco del árbol abrazo sus piernas mientras recostaba la cabeza en ellas mirando al joven shinobi de lado. Ya que se había encontrado a alguien y Sora no era de muchos amigos podía compartir unos momentos con aquel agradable joven.

-Dime Gack, ¿de donde vienes?-

Sora volvió a reír divertida mientras mantenía esa pacifica sonrisa que tanto la caracterizaba. Se mantuvo en la misma posición hasta ver los onigiris, realmente tenia algo de hambre.

-Así que del desierto... Otro lugar que quisiera conocer algún día.-

Dijo con una sonrisa, sin que le haya molestado el hecho de que haya meditado tanto su respuesta. La vida de un shinobi debía tomarse de forma precavida y un buen amigo el día de mañana podía volverse el renegado mas buscado por todas las naciones ninjas. Algunas veces Sora temía de si misma... Temía que el rencor y la locura la corrompieran y la razón de ser medico se derrumbara ante ello.

Miro a Gack nuevamente unos momentos, mientras la lluvia seguía cayendo. No era el momento de pensar así...

-Yo... Vengo de la niebla.-

Respondió mientras sacaba de su kimono su banda y se la enseñaba. Dejándola en su mano volvió a tomar la misma posición que antes mirando a los ojos rojizos del joven.

-Este si que es un picnic bastante extraño.-

Podía percibir en el joven una actitud tranquila y serena por el momento. Sora no tenia la oportunidad de conocer a muchos shinobis y entablar amistad, pues se quedaba muy poco tiempo en algún lugar, evitaba los lazos por alguna razón. Pero también era realmente agradable conversar con alguien de vez en cuando, aunque sea tener un amigo en el mundo...

Tan pronto le dio permiso tomo uno de los oniguiris y empezó a comer alegremente. Aunque no lo pareciera su apetito siempre era enorme. Así estaba hasta que escucho la pregunta sobre Kirigakure. Lo miro unos instantes y luego al cielo mientras la lluvia se hacia mas copiosa.

- Siempre esta como aquí ahora... Algunos dirían que es un lugar muy triste y melancólico, aunque tiene su encanto.-

Dicho esto quiso volver a dar un mordisco hasta que recordó algo de nuevo. Le dedico una suave sonrisa a Gack y rio.

-Aunque seguramente debes pensar que estoy loca por considerar encantador algo así.-

Una noche oscura y fría. A Sora muchas veces la lluvia y la noche en conjunto le hacían pensar que era su ambiente perfecto, acorde con ella como una afinada melodía. Precisamente por eso en ese instante se sentía cómoda...

-Entonces me encantaría conocer Suna algún día.-

Dijo con voz suave, sonando tan delicada y tímida como siempre. Lo miro curiosa ante sus movimientos pero no dijo nada. Mientras tanto solo se limito a observarlo... Se pregunto si seria un errante como ella, estando tan lejos de su aldea, si estaría aquí por alguna misión, si estaría solo o acompañado. Pensaba en varias cosas asta que la llama se encendió, distrayendola.

-Claro...-

Asintió con una sonrisa mientras se acomodaba cerca del fuego y acercaba sus manos.

-Y tu dime... ¿Como es el desierto?-

Sora abrazo sus piernas mientras lo escuchaba con una sonrisa. A pesar de amar Kirigakure no sentía tanto apego por su gente o su lugar de nacimiento desde que había tomado la vida de errante. Viajando de aquí para allá pero respondiendo al llamado cuando se lo solicitaba. El mundo era su hogar...

-Entonces te lo dejo como una misión a futuro, llevarme a conocer Suna. ¿Que te parece?-

Pregunto manteniendo su expresión. Luego volvió a reír y antes de que le contestara levanto ambas manos con una sonrisa y le dijo:

-Discúlpame, fue una idea tonta.-